27.10.12

Entran sin llamar a la puerta, salen sin permiso



No respira la luna.
No hay una luz encendida
allá a lo lejos.
Solo los gatos
pasean
sin hacer ruido.
Siempre sin hacer
                        ruido.
Queda una incógnita en el aire,
un mensaje tan claro
que hiere.
Que quema.
Que paraliza.
Una mirada cristal roto.
Una boca mordedura aplastante.
Una piel maldición eterna.
La risa resuena
impresiona y extraña.
Partiendo en dos el motivo,
la noche,
con sus arañazos llenos de
debilidad oscura.

No me puedo quitar de la cabeza
la estela blanca, el nuevo día.
Me estrangula la impaciencia
de
saber de nuevo.
Más astillas para mis costados,
más ciudades en ruinas, más asaltos.
Es eléctrico el impulso exacto
que me aprisiona. Que me envenena.
Es fuego dulce, es
lluvia ácida.
Cambio el oxígeno por su perfume
y
aguanto el frío. Un tiempo sí.
Perfume locura en llamas.
Perfume bomba de relojería.
El tiempo me maltrata con sus bromas
me lanza al espacio sin espacio
cotidiano y vacío
hoy y ayer, hoy de nuevo.

7.10.12

La noche se marcha reptando



Los
gatos sonreían
y ella también.
                        Sin embargo,
el único que
maullaba era
                        yo.
No había grandes promesas
en las nubes
de
tormenta. Entre la lluvia
de corcheas
y silencio. Y la voz
retornando a la caverna.
Se marchaba volando la fortuna
y
yo sin alas.
El amor suicida de los peces
por subirse a los platos
de las mesas de los banquetes.
Nunca hubo tanta soledad
retenida
como en       
            una mirada    
que no encuentra a ninguna.
No hubo tanta sed,
no hubo tantas punzadas,
como en los
            estómagos
de los besos
que hoy escuecen.
Dicen
y
piensan que sonríen,
pero
            yo
Sigo maullando.