30.7.12

Ciencia ficción


Me devoran los enjambres,
la sangre hierve
y el oleaje es atroz.
Me ciega la niebla
y se estrecha la distancia con el abismo.
Sale la rabia a borbotones
igual que la tormenta
rompe el día con su ruido
y su furia.
Y golpean los meteoritos en la tierra,
separándonos más su onda expansiva.
Y sal a la calle y mira
el plenilunio de sonrisas voraces
que cortan como cuchillas
las bocas de los otros.
Atravesando por su traje
la aleta de tiburón
y las escamas de los vestidos.
Los platillos volantes se escapan
de mi cocina.
La ruina de mi sala de estar
que casi siempre está a solas,
la amarga diversión
que nuestra parte mala
atesora y entremezcla
con la envidia.
Guardo los colmillos y las garras
y paseo a la deriva entre la lluvia,
Lluvia de pequeños trozos de cristal
que no son más que la realidad
resquebrajándose al perder el sentido
entre estos callejones oscuros
donde reinan los gatos,
gatos pardos,
que maúllan a los extraños
que se adentran en su callejón.
Igual que maúllas tú
cuando deambulo
por tu corazón.
Sigo desorientado
y todo se viene abajo con
un pequeño soplido.
Evaporándose la ilusión
con esta baja temperatura
que torna mi piel en escarcha
y los latidos en débiles llamas,
y los pensamientos en fantasmas.

18.7.12

Adiós alma


Abandonaré mi alma
al mar cuando llegue
esa corriente de aire seca,
trayendo consigo pequeños
granos de arena
 del desierto.
Aire cálido que consiga
por fin prender mi alma
y llevársela a aquél lejano
lugar
al que pensé que nunca llegaría.

Abandonaré mi alma entre
las páginas cubiertas de tinta,
tinta negra.
Páginas que mudas cuentan
la historia de la confusión,
un amago amargo
de comedia.
La poesía de los pasos
que llevan a enloquecer,
un absurdo soneto que no suena.

Abandonaré mi alma
en una perdida estación de tren,
dentro de una maleta con unas
cuantas prendas
de abrigo y un cuaderno
de tapas duras.
Y levantaré la vista para verla marchar
y sé que desaparecerá al instante
y aunque deje un hondo hueco
no volveré a sentir esa angustia y ese miedo,
y ese amor, y ese enfado, y esa rabia.

Abandonaré mi alma
y diré adiós,
adiós alma.
Sin que queden ya lágrimas
o sonrisas, tan solo
una pared lisa de piedra
y la hiedra que intenta
conquistarla.

16.7.12

Día


Agobia el día con su estela
que trae de vapor de agua.
 Se vuelven pesadas las sabanas
y el despertador se ahoga. 
Tanteo el suelo en busca
de algo que no encuentro.
El sol entra y arrasa
quemando con sus rayos
la más mínima esperanza
 de que hoy sea distinto. 

La televisión bombardea con sus mensajes
y las tostadas se queman.
Ya ves, el horizonte me rodea
 y nunca lo consigo alcanzar.
 Si tan solo me dejaran acercarme un poco,
 salirme de las costuras
y que no costara todo tanto.
 Paseo por la casa a pasos cortos
 sin poder volar. 

Enormes campos de chatarra esperan fuera,
 a que volvamos a dejarnos la respiración
entre hormigón y asfalto.
Sin poder mirarnos a los ojos,
sin poder arrancarnos la piel.
 Nos golpea la catarsis
del apocalipsis del atardecer,
 mirando como bobos
 como se desangra el sol sobre el cielo.
Sintiéndonos morir un poco,
sin menos tiempo,
y esperando,
siempre esperando,
un nuevo día.

15.7.12

Noche


Cada noche me digo
que mañana olvido,
plagada la almohada de terrores
 nocturnos
y el sueño de tazas de café.
 La luna no se contenta con pasar,
apuñala.
Y a veces truena y nieva.
Entra el viento abriendo
con violencia la ventana,
revolviendo y mandando lejos
los papeles que tengo encima de la mesa,
volviendo locas a las cortinas.
 Intento adivinar qué se oculta
entre esta humareda oscura,
pero siempre me acabo topando
 contra el techo,
 y con él
mis pensamientos se golpean
 y se enrabietan.
Se convierte mi cabeza
 en una pecera llena de tiburones hambrientos,
en un nido de pájaros locos,
en un edificio en llamas,
en una espesa pasta
con algún que otro chispazo
 eléctrico.
Miro al techo a los ojos,
y su rostro inescrutable me devuelve la mirada,
junto con el eco
de todas aquellas preguntas
que no me quiero hacer,
 los secretos que me oculto,
 las historias que creí haber borrado.
Y con un chasquido los muros caen
y la tierra se abre,
entonces los fantasmas
se envalentonan y atacan,
invadiendo mi cabeza
obligándome a enloquecer
un poco.
Y boqueando llamo al sueño
pero solo acude cuando ya es
demasiado tarde.

9.7.12

Desde aquella isla observo


El ruido de las voces,
la lejanía de la piel.
Los días sin sentido,
el sentimiento de arder.
La lluvia ácida,
los cambios de aires,
el doble sentido de las palabras.
Las miradas convertidas en jeroglíficos.
El tintineo de monedas.
Estar sin blanca en la luna.
Las lenguas perdidas y
los tesoros olvidados.
El calor de noche.
Las tormentas de verano en mitad del paladar.
La lucha a espada 
con la conciencia,
el telón de fondo
sin fondo
ni espacio.