12.12.13

I


Vuelven a arrastrar sus bocas,
reptan hasta             elevar las voces
a los truenos, luego
desatarán el caos       del odio y el amor
encerrado
en siglos de miradas enfrentadas.

Para que germinen
sus árboles de ceniza -años
luz de sus enjambres-
                   tejerán la red nunca antes vista
y atravesarán con sus cánticos
de voz terrosa
todos los senderos.

                    Llegarán hasta aquí las olas
-hasta nuestro pies- con el rumor
suave que ya no poseen mis manos
que siguen persiguiendo
el espacio
dos segundos antes llenado por tu rostro.


Te persigo inmóvil
                 -tan sediento-
toneladas de lo imposible
volando hasta las grietas
que plagan mi pecho
como si fueran puertas
del umbral que da paso
a lo remoto.

2.9.13

Sueño de una noche sin sueño



Sigo clavándome yo mismo
la espina.
Remuevo los jirones de consciencia,
despierto entre la bruma
hay sangre y porciones de vida
burbujeando en las comisuras.
Se deshilacha el tiempo y hay
cicuta y truenos abriéndome en canal
desde tus poros.
Hay pozos y fosos y dragones.
Manantiales, sonajeros, y este
aterrador futuro cayendo a plomo.
No sé qué pasa que el tiempo
se empeña en proseguir su camino
y la ponzoña, avanza sin mi permiso
sepultándome en arena.
Vuelvo a ti como empapado por la lluvia
que no son más que horas a solas conmigo.
Calado hasta los huesos, zarandeado por
gritos de apremio y viento fiero.
He caído una y otra vez contra el mismo barro
y he vuelto al nido pero ya no resguardaba
ni desprendía el mismo calor.
He intentado recoger las hojas desparramadas
por tantos otoños sin reacción.
He aprendido de
hogueras y pozos de los deseos y bocas
sin fondo y oficios sin oficio y arte sin
estudio.
He aprendido de ceniceros y parones
en el metro y nervios y gasolina, costras,
mañanas espesas, miedos absurdos,
lunes lento como una tortuga milenaria.
El disparo ha sido certero y me ha prendido en llamas
tu voz manteniéndose firme al decir palabras rotas.
He caído
siendo incapaz de comprender.
He caminado
por calles interminables y sin nombre
hasta aprenderme de memoria
constelaciones
grabadas en caderas y paladares,
cada muesca en relojes de pulsera
y me he rendido
ante ejércitos de flores marchitas
y fuerzas enemigas
que no eran más que polvo
y edad.
He dudado y dudo.
He dormido bajo
cielos incendiados y en
parques gélidos de desamor
abandonos junto a árboles
escarificados con nombres y corazones
de lo efímero.
Me he perdido en
ciudades desgarradoras
como museos en llamas y trincheras dentro
de patios de colegio.
He vuelto a salir de mi escondrijo
y no he hallado nada, solo
corrientes de agua e infinitos canales
de televisión.
He escuchado la música
de labios anónimos
de sabor a cocteles
y pocas ganas de sentir
el colchón frío.
He buscado en mis bolsillos
monedas que no eran tales
y he encontrado
fotos de carretes velados y papiroflexia
con almas y caricias y noticias
de periódicos que se ríen con bocas
desdentadas.
He llegado
al fondo del océano de puro
peso de
un corazón hecho añicos, y
he abrazado abrasadores
desiertos de piel suave,
de piernas largas,
de ojos hambrientos.
He despertado y he pensado
que no puedo estar seguro
                               de estar despierto.

7.7.13

El agua cayendo sobre un terrón de azúcar



Cristales rotos y el mundo     sin voz
sepultados por ramas.
La demencia de                     todavía sentir la sed.
No nos
dan alas                      , eres mi escondite.
Incontables mares sembrados,                     hielo, hielo, hielo.
Y las bocas tragando bombillas encendidas,
El baile es eterno
alrededor de hogueras          , la agonía detrás del cabello,
el jersey nuevo hecho añicos.
                                               No hay nombres para acallar los ruidos.
No hay noches suficientes. No hay. No hay laberinto como tus
labios y los peces
siguen dormidos.                               Comienza la tormenta con tus manos
cubriéndote el rostro, las lagunas son          de hormigón,
me atraviesan
alambres y gentío, alambres y gentío,
y entre el mapa
no se encuentra         el desastre de colores mal mezclados.
Hay hambre y desafíos, y la rabia
de noches y días saltando desde el balcón.                          Rocíame con tu voz,
hazme un hueco.                               Mi vuelo no es el del halcón
va más
allá de esta estepa, estela, libélula de metal.
Se cumple la profecía
del cambio de hora,               el corazón lleno de arena, la plegaria
choca contra el cristal.

                                                                                  Y las correas
como collares de perlas, los escaparates, la locura.                                              Gira.
Es azul el estallido y es eléctrica la espera, vienes ya, te siento,
el amor discreto, la pasión que tiene el
puñal y la piel.
Hay un adoquín por paso, una                      garganta lleva de postes de teléfonos.  Estaciones de tren
para deprimir a un continente.
Suficiente ira, suficiente madera.                            Mi sombra dentro
de un sobre con un sello y     una dirección.
Allá va,
se queman las sartenes, amanece, se rasga
el vacío de esperar a despertar.

7.5.13

10.000 pasos



No me
dejes morir de frío
                acabar
en los estómagos de los
cocodrilos.
No me dejes vagar
ser el objetivo
de estas flechas incendiarias,
de estas bocas
llenas de heridas
que todavía       sangran.

                No me dejes
enzarzarme en estas escaleras
eternas
frías.
Utilizar la rabia
solo en caso de incendio.
No me dejes romper los cristales
no romperlos.
No me dejes
varado a la orilla,
lleno de legañas,
sin soñar azul.

No me dejes
darme por vencido en esta
batalla a muerte, revolverme
el canto de los pájaros
de encima
como si me hubieran lanzado
un cubo de agua fría.
Perder el alfil,
las torres,
quemar el tiempo, el papel,
desterrar los bolis.

No me dejes
quedar atrapado por
un corazón como un cepo y
una boca
como un laberinto.
No me dejes
que me atreva,
que falle, que acierte.
No me dejes
despertar tan pronto.

14.4.13

Llueven imágenes.



Los versos se destrozan como barcos
contra las rocas.
La prisa,
la prisa es buena si
es prisa de devorarte,
de quemar nuestras huellas.
No entro en calma, no hay
luz que pare
este temblor.
No hay mediodía ni tempestad. No hay
profecía, lentes
de contacto, abadías, crisálidas.

Prefiero
el amor que se mide en                                                              termómetros
que el
amor que se mide en                                                                 calendarios.

Y las pinturas de guerra
para que me dejen en paz. Hay
bestias, virtudes, musas
correteando por la mesa y los
obstáculos
royendo mis avances.
La negligencia de
dejar ser fugaces
a las estrellas. Huracanes
dentro de vasos,
acuarelas en los labios es
lo que me da sed.

Encontramos entre
la chatarra
corazones, ideas, ruinas.
Baratijas para adornar tu cuello,
que es la trampa,
tus manos son la trampa.
Labios que dejan
paralizado al receptor
de sus mensajes eléctricos.
Sin tu locura
el mundo pierde la mitad
de lo poquito que tiene.
No caminarían
los pájaros hacia atrás, no habría
peceras para humanos, peces
voladores despegando desde aeropuertos.
Flores de papel que no
son flores de este mundo.
Pero si
de algún otro.

Pierdo los combates
de los que algún día
saldré herido.
Gano las vistas
que tiene el que cae.
Guardo mis rugidos en una caja
de madera llena
de papelitos con tu letra escrita, entradas
al cine, chapas
de botellines de cervezas raras, envoltorios
que ya no envuelven
nada.
Echan raíces las flores del mal sobre
lenguas heladas.
Suenan las trompetas que anuncian
la llegada
de
un nuevo día a quemarropa.
Me encierro      no,          me encierran.
Las nubes son puñaladas
y el gato duerme
con un ojo abierto.
El aire lleno de esporas malditas
de confusión, hay sangre en el suelo, sobre
las palmas de las manos.
Los soldados
disparando pistolas de agua, los niños
jugando con armas de fuego.
El cosmos de diluye
en las cucharas, el tejido espacio-temporal
se desgarra
con las uñas.
La madera de debajo de la piel,
la inquietud

de no consumirnos.